martes, 15 de junio de 2010

14/06/2010. El Señor del Arlanza

Suelo frecuentar, cuando puedo, los comederos de buitres que me quedan a mano. En muchas ocasiones cuando llego apenas queda nada de alimento y una centena de buitres se disputa los últimos restos o, peor aún, ese día no han llevado nada. Pero hay dias, como el de hoy, en el que la suerte cambia y me encuentro con 400 ejemplares comiéndose unos cerdos recién abandonados. Cuando llegué, muchos ya estaban dejando el lugar y dejaban paso a los que aún no habían podido alimentarse o iban llegando. Esto me permitió poder acercarme aprovechando el hambre de los recién llegados que hace que pierdan toda la vergüenza y el instinto de huida. Estar tan cerca te permite observar su actitud y sociabilidad entre ellos. Los más jóvenes quedan apartados hasta que los viejos, los veteranos, los más fuertes y sabios se hayan saciado. Y, entre estos adultos, hay galones. Nosotros no los vemos, pero los hay. En esta serie puede verse como se alimenta un pequeño grupo, comiendo con voracidad mientras sus ojos se clavan en el recién llegado.
Este debe de ser uno de los señores del Arlanza, algo así como el General de la Brigada de Mecerreyes (que es donde están tomadas las imágenes) ya que, ante su presencia, todos dejan de comer y se apartan.

Marca el lugar con poses y gestos que intimidan al resto y ninguna de las otras carroñeras se atreve a bajar la cabeza sobre el alimento. No quieren arriesgarse a recibir un golpe de pico de este veterano de las pitanzas. Por su pico y sus uñas habrán pasado cientos de cerdos, vacas, ovejas y burros, que es lo que se come en estos tiempos de carencia de "carne magra", de "alta cocina", compuesta por corzos, jabalíes y ciervos. ¿Alguién se atrevería a llevar la contraria a un tipo con esta actitud?

Después de asegurarse de que todos se han apartado de "su" cadáver, lo toma en posesión y mira a su alrededor, orgulloso de su trofeo. Como buen General, dejará comer al resto de oficiales, consciente de que compartir es vivir o, en este caso y en estos tiempos, sobrevivir. Sabe que su especie pasa por momentos difíciles en esto de encontrar alimento por lo montano y que si quiere colaborar en su conservación, debe dejar comer a todos. Pero el primero es él.

Una vez que empieza y se va saciando, ya se van acercando el resto de sus congéneres. Al fin y al cabo, el hambre hace que llegue un momento en el que no les importe correr el más mínimo riesgo. Incluso, les da igual tener a un humano a apenas 15 metros...

Por supuesto, todo esto es una interpretación mía, pero me gusta pensar en que más o menos será así. Lástima de que la luz no estuviera en el sitio correcto para unas fotos mejores.
Entre todos ellos, pude leer una anilla de pvc amarilla con dígitos negros: OLL. Ya he pedido datos, a ver que me contestan. Pude hacerle una foto, pero el primer dígito no se ve, aunque sí pude verlo bien con los prismáticos.

Además, me dió tiempo a hacer un vídeo que intentaré colgar aquí en cuanto pueda, donde se aprecia la agresividad del momento en todo su esplendor.
Me extrañó que no hubiera apenas ningún alimoche, salvo este joven de segundo año que pude ver como se levantaba antes de que yo llegara al comedero.

Aquí el alimoche con un buitre leonado.

También me extrañé de que entre tanto leonado no hubiera ningún buitre negro, pero tampoco es la mejor época. A ver los próximos días.
Lo dicho, quedan pendientes, el vídeo y los datos de la anilla.

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