Pocas familias de aves saben sacar tanto partido al barro como la familia de los hirundínidos, compuesta en nuestra región por aviones y golondrinas.
Hace unos días estuve observando, durante un rato, las andanzas de un grupo de aviones comunes sobre un charco cerca de Lerma. Chillidos constantes, peleas por los mejores sitios, estados de alerta, estrés cuando están en el suelo, vuelos acrobáticos... etc. Todo esto para conseguir un poquito de barro con el que reparar el nido del año pasado o con el que hacer uno nuevo.
Primero baja uno, supongo que, o el más desesperado o el más veterano.
Una vez que este se ha posado, bajan el resto, todos alborotados y agrupados para pillar los mejores sitios.
Y claro, se producen peleas por conseguir los sitios privilegiados y la mejor arcilla.
En esta, uno cogió del ala a otro y este, por más que intentaba zafarse, no había manera. Fijaros como le tiene agarrada una primaria.
Una vez solucionado el conflicto, cada uno para un lado del charcho y a coger todo el barro que se pueda, da igual si el orgullo ha quedado mancillado o no, el rencor para otro día.
¿Quién dijo que un avión común era un pequeño parajillo parecido a una golondrina de colores blancos y negros? Lo primero sí, se parecen a una golondrina pero yo veo mucho azulado por aqui...