Si hay un pájaro familiar en verano, ese es el vencejo común. Su llegada anuncia el comienzo del buen tiempo y sus gritos llenan de sonido los calurosos mediodías de verano. Cuando por las calles de pueblos, villas y ciudades, no se mueve un alma, ellos no paran de gritar, volar a vecidades de vértigo y realizar giros imposibles.
En la zona del Arlanza su llegada se produce a finales de abril. Llegan a nuestros pueblos, crían bajo los aleros de nuestras casas o entre las tejas de nuestros tejados y, para mediados de agosto, un buen día desaparecen. Todavía se irán viendo algunos hasta septiembre, pero ya con cuentagotas.
Esta mañana he hecho una serie de fotos, no muy buenas, pero que permite apreciar los detalles de esta máquina de volar tan perfecta que ha creado la naturaleza llamada vencejo.
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