Por lo visto es una especie en regresión en muchos países de Europa, pero por aquí tenemos la suerte de poder disfrutar de ellos... todavía... Al ser tan cercanos y familiares, es una buena oportunidad para estudiar su biología como ninguna otra especie, ya que no tienen reparo en realizar todas sus actividades, tanto cotidianas como anuales, delante de nuestros ojos. Desde la búsqueda del alimento diario, hasta la reproducción, pasando por las peleas territoriales o por el nido, el cortejo, y la alimentación de los pollos. ¿Quién no se ha encontrado alguna vez con un jovenzuelo gorrión común (Passer domesticus) indefenso en la acera? Pues lo mejor que se puede hacer es dejarlo donde está o, como mucho, ponerlo en un lugar seguro, ya que sus progenitores no estarán lejos y pendientes de él, esperando a que nos marchemos para alimentarlo.
Vaya como homenaje a esta especie, esta foto hecha en Lerma ayer por la mañana, de un macho en plumaje invernal. Es una de las 3 especies más comunes de gorriones que se pueden ver en la cuenca del Arlanza que, en ciertos años, han llegado a ser 4, cuando ha aparecido el siempre misterioso, por estas latitudes, gorrión moruno (Passer hispaniolensis), formando alguna de sus curiosas colonias de cría. Las otras dos son el gorrión molinero (Passer montanus) y el gorrión chillón (Petronia petronia). Pero estos para otro día...
