Hoy tenía una cita con mi buen y viejo amigo Xurxo Piñeiro y, su novia, Mª José Valencia. El objetivo es que, el primero, tachara una especie para su lista anual y, la segunda, para su lista personal.
En Santo Domingo de Silos, en la ribera del río Mataviejas, se encuentra una pequeña joya pétrea llamada La Yecla. Es un desfiladero horadado por dicho río, para atravesar unos impresionantes paredones verticales que se alzan entre y sobre el sabinar. Este lugar es el elegindo por entre 1 y 2 treparriscos (Tichodroma muraria) para invernar los últimos años. Unido a que es un punto de fácil acceso y que no causa ninguna molestia en esta época al resto de especies, es el sitio propicio para ver este pájaro con comodidad, garantías y sin el más mínimo esfuerzo físico.
Quedamos a las 08:00 am. en la localidad de Lerma, para desayunar juntos unas tostaditas mientras nos poníamos al día (hacía años que no nos veíamos) y, por supuesto, hablábamos de pájaros. La helada era imponente y, algún resto de la nevada del día anterior, hacía que la carretera estuviera peligrosa en alguna umbría de la zona de Quintanilla del Coco, por lo que fuimos con cuiado.
El pájaro tardó en aparecer más de lo que me tiene acostumbrado pero, al final, lo hizo y se dejó ver a placer. Conservando las distancias, pero lo vimos durante un buen ratillo. Parapetados tras bufandas, guantes, gorros, abrigos (de los materiales más cálidos que hay en el mercado), dobles calcetines, ropa térmica.. etc. el frío más duro de Castilla nos golpeaba el rostro. Pero cuando un destello rojo se mueve sobre la blanquecina roca caliza de una pared de ciento y pico metros y totalmente vertical, un relámpago recorre nuestros cuerpos y nos da ese hilo de vida que nos ayuda a no pensar en los -5ºC que estábamos soportando.
La escena estuvo acompañada por, como mínimo, un acentor alpino (Prunella collaris), como otra especie interesante en la zona.
Además, los omnipresentes buitres leonados, chovas piquirrojas, halcones peregrinos, milanos reales, un gavilán y un pito real que tiene vocación de treparriscos, subiendo la roca sin nada que envidiar al pequeño "pájaro-mariposa".
